miércoles, 20 de mayo de 2009

La negociación colectiva: el más olvidado de los derechos laborales

Normalmente, al acercarse el aniversario de la matanza de trabajadores ocurrida en Chicago en 1886 y que dio lugar al establecimiento del 1º de mayo como día del trabajo, vuelve a aflorar la dormida sensibilidad sobre el estado de los temas laborales. Por eso, lo más probable es que el viernes, ya sea desde una plácida ubicación frente al mar, en el campo, o en un no tan confortable banco de la plaza bajo un poco limpio cielo santiaguino podremos leer más de algún comentario en los diferentes medios de prensa. Con todo, no es necesario ser adivino para avizorar que muchas de esas editoriales abogarán una vez más por mayor flexibilidad y desregulación de la legislación laboral o harán lecturas sesgadas del informe de la OECD, o bien, traerán a colación el mediocre y bajo en calorías informe del Consejo de Equidad y Trabajo.
Para ser sinceros, en Chile no tenemos mucho que celebrar, pues el reconocimiento de los derechos laborales dista de ser ideal y en muchas materias hemos retrocedido a pasos agigantados en relación con nuestra normativa laboral original. Esto, sin contar con el predominio de concepciones ideológicas neoliberales que cruzan transversalmente a los partidos de gobierno y de oposición y que se han convertido en el principal obstáculo para construir un debate serio y democrático sobre el tema, que permita imaginar colectivamente y con verdadera alegría un modelo de relaciones laborales distinto al que nos impusieron los Chicago Boys.
En este oscuro y anquilosado sistema jurídico laboral que debemos seguir soportando gracias a la indiferencia, el egoísmo y los intereses creados de partidos políticos y grupos de interés – el lado oscuro de la fuerza que gobierna los destinos de miles de trabajadores en el país – el más débil, maltratado y olvidado de los derechos laborales es el de la negociación colectiva. Precisamente, el derecho cuyo ejercicio posibilitaría superar la espantosa inequidad salarial que caracteriza al país, que entregaría herramientas para que, concertadamente, empresarios y sindicatos pudieran enfrentar el impacto de la crisis económica o que posibilitaría sentarse a conversar en forma abierta y desprejuiciada sobre los desafíos presentes y futuros del mundo laboral. ¿Por qué duerme la negociación colectiva en el olvido? ¿Por qué no hay ningún príncipe (léase candidato) que esté dispuesto a darle un beso de amor a esta princesa y que la saque de este sueño eterno al que la condenó la malvada bruja de la dictadura?
La respuesta es dolorosa, pero evidente. La razón es que el fomento de la libertad sindical y el desarrollo de la negociación colectiva al nivel de países europeos con flexiseguridad supone en último término un cambio de equilibrio de poder social y un perfeccionamiento real de la democracia. Mientras ello no ocurra, seguiremos teniendo un porcentaje no superior al 10% de trabajadores con capacidad de negociación y un 90% restante que tal vez jamás en su vida – en esta feliz copia del edén- va a tener la posibilidad de aspirar a un mejoramiento de sus condiciones de vida laboral, al tener quizás la mala fortuna de trabajar en una empresa con cientos de razones sociales.
¿Qué ha quedado del legado de los precursores de la legislación social? Por el momento sólo un sueño que vale la pena seguir soñando para construir de verdad un país desarrollado y no una pobre copia con índices macroeconómicos envidiables, pero que esconde debajo de la alfombra la triste e infame realidad de la injusticia social.

Huelga en Gendarmería de Chile

La huelga que se desarrolla en Gendarmería corresponde a un proceso legítimo a través del cual los funcionarios de ese Servicio aspiran a obtener un mejoramiento de sus condiciones laborales y salariales. Vemos aquí una expresión natural del ejercicio de la libertad sindical y, por tal motivo, merece el respeto y la solidaridad de toda la ciudadanía, pues es imposible desconocer la importante labor que realizan estos funcionarios, la que constituye una de las piedras angulares para el funcionamiento del sistema procesal penal. Con todo, es lamentable que los funcionarios deban recurrir a expresiones de autotutela y que no existan otros medios para canalizar pacíficamente sus demandas laborales. Se vuelve a expresar aquí la desidia del Gobierno y de los parlamentarios para poner fin a la hipocresía en la cual se desarrolla la negociación colectiva en el sector público. En efecto, por una parte la ley prohíbe la negociación, vulnerando la libertad sindical, pero por otra, las autoridades negocian con las asociaciones, siempre bajo presiones que deben crecer para obtener una respuesta y afectando los derechos de la ciudadanía. ¿Cuándo Chile cumplirá sus compromisos internacionales y hará realidad los derechos y principios de los Convenios de la OIT sobre la negociación colectiva en el sector público?
En los últimos años la ciudadanía, los funcionarios públicos y los trabajadores se han dado cuenta que la única forma de hacer valer sus derechos es a través de expresiones de autotutela, como movilizaciones y huelgas, pues las autoridades son incapaces de adoptar medidas que permitan de una vez por todas armonizar nuestra legislación con el respeto que a gritos reclama la libertad sindical. Mientras ello no ocurra, sólo se puede avizorar una escalada de conflictos y un silencio cómplice de todos los candidatos presidenciales sobre un tema esencial para la consolidación de un verdadero Estado de Derecho.